Cuando alguien hace algo mal, entonces, puede ser sólo por una de estas dos razones: ignorancia o maldad. En efecto, quien realiza una acción de consecuencias negativas para él o para los demás lo hace por incapacidad de prever el perjuicio resultante, por ignorancia o porque, aún previéndolo, decide libremente seguir, por maldad.
La maldad, sin duda tiene una parte de enfermedad mental.
Es una forma de vida y sin duda, la única manera que tienen estas personas de relacionarse con el resto de los humanos, y la gran satisfacción que sienten cuando actúan así les hace continuar haciendo el mal.
Una de las características que presentan, es que nos intentan hacer creer lo malo, como bueno, a través de engaños y además son plenamente conscientes de que están haciendo daño.
Los que hacen el mal son personas muy dañadas personalmente, que han vivido situaciones catastróficas, que no pueden pensar y llevan su malestar a través de la maldad.
Son felices haciendo el mal, sin poder hacer el mal, no podrían vivir, pues es su única fuente de vida.
Hay una frase que escuchamos mucho:
Si Dios existe, ¿por qué hay maldad en el mundo?
La maldad es la decisión que uno hace de no amar. Por eso, cuando Dios nos dio la libertad decidir amar o no, al mismo tiempo de darnos esta gran bendición también nos dejó una gran maldición porque está en nosotros el decidir hacer el bien o el mal.
Todo el sufrimiento y maldad que vemos en el mundo hoy en día es el resultado de las malas decisiones del hombre.
Dios pudo habernos quitado nuestra libertad de decidir pero no lo hizo.
“No te dejes vencer del mal…. Más procura vencer al mal con el bien…” – Romanos 12:21
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